Desde hace tiempo defendemos una educación canina basada en el respeto a las necesidades del perro, que englobe además del trabajo de algunas habilidades temas tan importantes como la alimentación, los paseos o las interacciones con otros. Nuestra forma de trabajar las terapias de comportamiento no se centran en los síntomas, si no que escarban hasta encontrar las raíces de los problemas para trabajar sobre ellas.
Temas tan importantes como la raza, el estrés, la alimentación o el nivel de ejercicio son habitualmente ignoradas en las terapias, y en lo que se llama educación canina básica no se tienen tan en cuenta las necesidades individuales como la costumbre de trabajar determinados ejercicios. Esto tiene la consecuencia de que los perros que no encajan dentro del perfil esperado se vuelven difíciles de educar o se dan por imposibles, con el consiguiente sufrimiento para ellos y sus familias. En nuestro trabajo con perros de perrera vemos cómo es muy habitual, por ejemplo, el abandono de perros menores de dos años por comportamientos totalmente normales pero que las personas no han sabido afrontar, muchas veces incluso con la ayuda de algún adiestrador. Perros con demasiada energía, que molestan a los vecinos o han tenido algún enfrentamiento con otro perro son desechados incluso antes de llegar a adultos, antes de tener tiempo de aprender y desarrollarse, por la angustia que supone la falta de información sobre qué es lo normal y cómo encauzarlo. Muchos jamás llegan a tener una segunda oportunidad.
En nuestro último artículo hablamos sobre la necesidad de avanzar por este camino, distanciándonos de lo más evidente como pueden ser ladridos o destrozos para poder observar la parte oculta, lo realmente importante.
¨Hacia una visión holística en educación canina¨ está publicado en la revista Universo Holístico y puedes leerlo completo en el siguiente enlace:
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